LA MADUREZ EN EL MATRIMONIO


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LA MADUREZ EN EL MATRIMONIO



Una de las cosas más importantes de lo que hoy vamos a escuchar es que, nada de lo que se diga aquí puede ser usado en su contra. Es decir esto es muy importante, que nunca lo usemos, es decir, lo que tu vas a aprender hoy (cuando yo digo de broma que mi esposa no vino por esto, no es así). Créeme que una de las cosas que a mí más me preocupa es que, en todas las cosas que enseño, vivir de acuerdo a ellas.

Así que, lo más importante de todo lo que vamos a hablar es que está prohibido, de entrada, usarlo en contra. Es decir, si yo te comento, o sea vamos a ver el lugar de ella o el lugar de él en la reacción matrimonial, lo que debe hacer ella, lo que debe hacer él; tu si le puedes recordar a tu pareja algunos aspectos de su responsabilidad, pero no usarlos en su contra. De hecho es parte de uno de los puntos que vamos a tratar cómo resolver nuestros problemas, cómo aprender a enfrentar nuestros problemas, y además a entender el propósito de los mismos. Pero lo más importante es que en esta platica, pues, quede de entrada que esta prohibido “jugarnos chueco”, vamos a llamarle así, y usar un concepto que Dios te ha dado para comprender mejor tu responsabilidad, usarlo de una manera equivocada.

Entonces nuestro tema tiene muchísimos aspectos que tratar, y lo primero que vamos a tratar es que el matrimonio es la voluntad de Dios. ¿Sí? Es decir, es algo que Dios planeó y por lo tanto, tal como Dios lo concibió, el matrimonio está planeado para que traiga a nuestras vidas lo que Dios se propuso. Ahora cuando tú dices: “Bueno, ya sabemos que es la voluntad de Dios el casarnos”. Yo creo que lo sabemos, y no, porque si entendiéramos que parte del contenido del matrimonio, parte de la vida matrimonial, son los problemas, entonces nosotros no reaccionaríamos en la forma que reaccionemos ante los problemas matrimoniales.

Si entendemos que Dios planeó el matrimonio y lo planeó entre gente imperfecta, entonces esto nos va a ayudar mucho mejor a comprender cómo es esta relación. Creo que uno de los problemas e mas importantes para disfrutar el matrimonio es quitarse las ideas equivocadas acerca del mismo. Es decir, que hay ciertas ideas con las que crecimos en las cuales tenemos una expectativas demasiado alta en relación a la persona con la que nos vamos a casar, sin entender que las expectativas son completamente diferentes, es decir, el matrimonio fue planeado para que las personas maduraran, pero no para que las personas hicieran feliz a nadie. Aunque si las personas deciden madurar, entonces van a d00isfrutar su relación. El matrimonio en sí no es lo que te hace feliz, sino la actitud que tu tomas ante él y la forma como tú decides relacionarte con la persona con la que te has casado. Eso es lo que te va hacer disfrutar tu matrimonio, no el matrimonio. Entonces esta idea equivocada del matrimonio muchas veces hace que las parejas, en lugar de trabajar en su relación, estén esperando que el matrimonio en determinado tiempo aporte algo a su felicidad, cuando en realidad, lo que Dios está esperando que tu hagas es lo que le va a permitir a Dios llevarte a la madurez.

Entonces cuando comentábamos que el matrimonio es la voluntad de Dios es para que entendamos que todas las cosas que suceden en el matrimonio están planeadas por Dios, que la relación matrimonial es entre dos personas imperfectas, lo voy a repetir toda la platica, porque, aunque lo entendemos, la manera como tu reaccionas cuando hay una falta solamente da a entender que tú estás esperando perfección de la otra persona. ¿Sí? Si tu reaccionaras correctamente entendiendo que tú estás casada con una persona imperfecta, tus reacciones ante las dificultades serían completamente diferentes. ¿No?

Bueno, ¿Cuál es el propósito de Dios en el matrimonio? Bueno, el propósito de Dios en el matrimonio fue, sin duda alguna, mantener la especie: que creciéramos y nos multiplicáramos; es uno de los propósitos del matrimonio.

Otro propósito del matrimonio es que nosotros entendamos el amor de Dios. En todas las cosas hermosas de la vida, si tu caminas dentro de la voluntas de Dios, tú entenderás el amor que Dios te tiene. ¿Cómo lo vas a entender? A medida que tu empieces a disfrutar todas aquellas cosas que Dios planeó. Por esta razón el matrimonio lo planeó Dios y no el hombre, y por eso ha sido Dios quien dio la duración del matrimonio: “hasta que la muerte nos separe”. Desgraciadamente, como los hombres no han encontrado el propósito divino en esta relación, entonces hoy vivimos una verdadera catástrofe, y esa es la palabra.

Nada más para que ustedes se den una idea (en muchos países donde no hay estadísticas). Por ejemplo, en México, más 50% de los niños que nacen en este país, nacen fuera del hogar o del matrimonio; en Suecia es arriba del 51%; en Noruega es el 49%; en Venezuela es el 51%. En fin, esto presenta un drama mundial, un drama mundial donde las personas o los seres humanos no quieren madurar. O sea, estamos viviendo en una generación de individuos que no quiso crecer. Mucha inmadurez que se traduce en el comportamiento, que se traduce en las reacciones, que se traduce en las actitudes que hoy está viviendo la humanidad.

Esta falta de madurez la podemos comprender porque el hombre no quiere adquirir compromisos, sin entender que aunque no los quiera adquirir los va tener que enfrentar de una manera o de otra, porque el no darle un hogar a un hijo, a la larga, va a traer muchos más grandes dificultades que habérselo dado.

Entonces, digamos que este fue el propósito de Dios, aunque este propósito hoy está en verdadera crisis. Pero sin duda alguna, ya al nivel de la pareja independientemente de esa familia que nosotros vamos a formar y que es el tema de nuestro estudio, es decir nuestro tema esta tarde no es hablar de los hijos, aunque vamos a comentar algunas cosas que ayudan a los hijos, no es hablar de nuestra vida como padre o madre, sino es hablar de nuestra vida como pareja y nuestra vida como pareja tiene un propósito bien definido de parte de Dios al permitir el matrimonio o al inventar el matrimonio. Este propósito se llama madurar. De hecho toda la vida fue diseñada para que tu fueras madurando.

Vamos a decir ¿qué es madurez? ¿qué entienden ustedes por madurez? Si porque a la mejor estamos dando un concepto verdad y uno sigue y sigue y entendemos algo diferente.

― El poder entender la situación en que uno vive de acuerdo al plan de Dios.

Sí seria parte de la madurez.

― ¿Aprender a vivir?

Eh, yo me inclinaría por algo más concreto. Madurar es que tú aprendas cual es el proyecto de Dios para tu vida y que tu decidas vivir de acuerdo a este proyecto. Dios tiene un plan. En ese plan es que en todos los aspectos de la vida nosotros maduremos, o vamos a decirlo de las palabras de la Escritura: “Que Cristo sea formado en nosotros, que todos lleguemos a la madurez de Cristo”.

Definitivamente todos vamos a llegar a esa madurez, todos vamos caminando un día a la madurez del hijo de Dios. El plan de Dios es que él sea el primogénito entre muchos hermanos y el plan de Dios es que todos seamos como él, por eso fuimos creados de nuevo, o volvimos a nacer en Cristo. El primer proyecto llamado Adán, fracasó. Hay un segundo proyecto que se llama Jesucristo, y este proyecto es que Dios forme en mí su carácter, que Dios forme en nosotros ese carácter. Ese carácter es el que nos permite, en cada aspecto de la vida, ir asumiendo nuestra responsabilidad. Dios planeó todo en la vida. Si tu lo analizas, por ejemplo, tu creces si carácter ¿si? Y entonces, a medida de que se va desarrollando tu vida, tu vas adquiriendo responsabilidades, pero aquí viene la gran diferencia de madurar y no hacer: Yo voy tomando o voy enfrentado en la vida, voy enfrentando diferentes retos. Pero, a veces, el hombre no los va asumiendo, y entonces va tomando una actitud egocéntrica o egoísta; digamos que lo contrario a la madurez es el egoísmo. El enemigo numero 1 en el matrimonio es el egoísmo. De allí de ese egocentrismo y ese egoísmo, viene un orgullo que trata de mantener ¿si? mi orgullo me va llevar siempre a tratar de tener razón a tratar de salir adelante no importándome el verdadero objetivo de Dios, sino más bien tratando de satisfacer mi egoísmo de una manera indebida.

Bueno, entonces, lo contrario de madurar es el egoísmo, y en la vida, a medida de que vamos creciendo, tu vas tomando más responsabilidades y a todos los que (a mí por lo menos la vida siempre me fue quedando cada vez más grande, más grande, porque yo no quise crecer, yo no quise madurar) y entonces uno empieza a evadir su responsabilidades y la forma de evadirlas, pues, son infinitas. Entonces, el plan de Dios en el matrimonio es que tu des un paso de madurez que te va a permitir disfrutar más tu vida. ¿Por qué? porque el crecer egoísta es el enemigo numero 1 de la felicidad. Entonces, tú vas creciendo dentro de un proyecto que te va invitando a ceder y a entregar, y en ese proyecto de ceder y entregar, se encuentra la madurez.

Por ejemplo, hay personas que son informales; entonces tu dirías: “bueno, ¿qué es esto de la informalidad?”. Es una manera de no querer madurar, es dejar de considerar a los demás. Es siempre dar por echo que todos tienen, por ejemplo, que esperarte a ti y tú no tomas en cuenta el tiempo de los demás. Es un ejemplo. Hay unas personas que toda la vida van a tener un problema en esta área, porque no quieren madurar, porque no quieren considerar a las otras personas. Y entonces esto va afectando toda su vida ¿no? Y, desde luego, la persona que menos se da cuenta de su problema es aquel que esta inmerso en él. Así que, el plan de Dios cuando tú llegas al matrimonio es madurar. Si quiere Dios que seas feliz, pero no te va hacer feliz tu pareja. Lo primero que debe quedar claro esta tarde es que nadie tiene la llave de nuestra felicidad.

Si tu tienes duda acerca de estos conceptos, Jesús un día hablo con una mujer que había tenido seis matrimonios ¿si? Así que ella tenia una esperanza enorme en encontrar el hombre que la hiciera feliz, y después de esas experiencias ella seguía igual de vacía que siempre. Entonces Jesús le explicó dónde estaba la fuente de la felicidad. Le dijo: “en esa expectativa hueca y absurda, siempre tendrás sed”. Si tú estás esperando lo que tu pareja no tiene, siempre habrá problemas en tu matrimonio. Esto es un punto de partida muy importante. ¿Qué es lo que yo debo de esperar de mi pareja? ¿qué es lo que mi pareja debe esperar de mí? ¿Me va a hacer él feliz o me va a hacer ella feliz? La Biblia dice que no. A menos de que empezáramos a predicar esta tarde otro evangelio.

La felicidad de una persona radica en la clase de relación que tiene con Dios. Una buena relación con Dios hace feliz a un hombre. Una mala relación con Dios hace infeliz al hombre que pueda estar casado con la mejor persona, con los mejores hijos, con las mejores condiciones, él no va a disfrutar su vida, su vida siempre se encontrará incompleta. Ojalá el problema terminara ahí. El problema es que cuando una persona no es feliz, y no busca su felicidad en Cristo, siempre lo está buscando en otras cosas, siempre. Tú tienes nada más dos alternativas: o vivir para Cristo y estar satisfecho en él, o pasarte la vida buscando en la vida lo que la vida nunca te va a dar. Claro, en esto puedes gastar la vida. La eternidad no, la vida sí.

Hace unos días leía yo el testimonio de un beisbolista muy famoso actualmente, uno de los pitchers estrellas de los marineros de Seattle allá en el estado de Washington, y él decía que la más grande responsabilidad que puede tener un padre es llevar a la salvación a sus hijos. Es la más grande responsabilidad. Un hombre solamente disfrutara su vida viviendo para Cristo y podrá ver realizados todos sus objetivos, vivirá lleno y satisfecho, en una buena relación con Jesucristo. Así que, lo primero que tenemos que entender esta tarde es que ninguno de ustedes tiene la clave de la felicidad mutua. Tu me dirás: “bueno ¿por qué he disfrutado a mi pareja sin entender exactamente esto?”. De alguna forma habrás tenido que hacer lo que la palabra de Dios nos enseña para poder gozar la relación matrimonial, pero el punto de partida de la relación matrimonial es que la felicidad esta en Jesucristo.

Les decía yo que el proyecto de Dios cuando tú te casas es madurar. La madurez significa que yo entro a una relación en donde yo voy a empezar a ceder ¿si? a entregar, y básicamente, a dar. Esta es mi responsabilidad. Cada uno, en la pareja, tiene una responsabilidad de dar, de darse a si mismo, de dar su tiempo, de dar su atención, de dar su vida, de dar sus afectos, de dar sus emociones, y de darse completamente al otro. En esta acción de dar esta tu felicidad, no en la manera como en la persona pueda apreciar o dejar de hacerlo, lo que tu haces en tu relación. ¿Con esto que te quiero decir? Que tú puedes disfrutar tu matrimonio aun con la persona más difícil que se pueda vivir. Tu puedes disfrutar tu relación en la peores condiciones. Tu dices: “¿Cómo se va a disfrutar el matrimonio con una persona difícil’”. Es que la verdadera felicidad está en hacer lo que Dios te pide, no en la pareja. Desde luego, que si tu encuentras una respuesta en tu pareja semejante a la que tu estás llevando a cabo, pues entonces los dos se encontraran en esa entrega mutua que uno hace a Dios y hacia el otro, se encontrarán disfrutando sus vidas, pero no es que una persona haga feliz a la otra. Así que, el matrimonio, tiene como propósito que yo este dispuesto a dar.

Pues doy; antes dormía en una sola cama, ahora tengo que compartir, tengo que compartir el lecho ¿no? En condiciones normales, cuando tu eres soltero, tú necesitas una cama más pequeña, y, cuando hablamos de compartir nuestra cama con otra persona, en realidad lo que hacemos es comprar una cama más grande. El matrimonio es una oportunidad de ser más feliz en la vida, pero no es la felicidad de la vida. Si yo acepto mi responsabilidad en el matrimonio, entonces se logrará el objetivo de Dios para mí, que fue madurar.

Yo recuerdo cuando yo estaba recién convertido tenia 21 años y, yo tenía algunos problemas en mi casa y, a mí se me hizo que, de acuerdo las dificultades, lo más importante, ante esos problemas que estaba viviendo, la única solución que yo veía era irme de la casa, en paz, pero irme de la casa. Una noche llegué con una persona que a mi me instruía en la palabra de Dios y le dije que me iba a ir de la casa y me preguntó por qué, y le dije que yo ya no aguantaba los problemas. Y recuerdo que él me dijo algo que yo nunca olvidé y que 7 años después, cuando yo me casé, 8 años después cuando yo me casé, esta frase vino a mi mente. El me dijo: “Tu tienes que aprender a enfrentar los problemas”. La inmadurez es evadir los problemas, es ignorar los problemas, es hacerlos a un lado, es amontonarlos en un escritorio, que vayan creciendo, de tal manera que un día te desborden ¿si? Por lo general una persona inmadura siempre tiene todos los vencimientos en todos los aspectos: se le vence el tiempo en su relación con Dios, se le vence la luz, le cortan el teléfono, no quiere madurar, no quiere crecer, es irresponsable ¿si? no quiere enfrentar su vida. Les decía que él me dijo que si yo hacía eso, yo aprendería a evadirme de los problemas, lo cual había hecho en toda mi vida. En mi vida cuando una cosa no me gustaba, yo me iba. Era la forma de resolverlo. Entonces, eso de tener que enfrentarme a algo que no me agradaba, para mí era algo imposible de pensar. En base a lo que él me dijo, no me fui de casa, me enfrenté a los problemas. Me dijo: “Te vas a ir, pero te vas a ir en victoria; no te vas a ir porque no aguantas las dificultades”.

Cuando yo me casé, yo me acuerdo que empecé a enfrentar esa naturaleza inmadura. Desde la primera noche yo empecé a enfrentar mi inmadurez. Yo me acuerdo que, cuando desperté en mi luna de miel, estaba yo tan dormido que no sabía ni dónde estaba. Entonces desperté y dije: “¿dónde estoy? ¡en mi luna de miel!”. Y entonces me dije a mí mismo: “¡Qué bárbaro! me casé ¡qué locura!”. Honestamente fue lo que me dije. ¿Sabes por qué? porque sentí una gran responsabilidad y yo había sido un irresponsable toda mi vida. Claro, con Cristo, Dios supe como llevarme a enfrentar mi inmadurez, y poco a poco fui yo enfrentando situaciones que eran totalmente contrarias a mi manera de ser, en donde yo fui aprendiendo a enfrentar mi vida con responsabilidad. Ese día, di el primer paso para madurar y disfrutar mi matrimonio.

Me acuerdo muy bien que en ese momento yo tuve la tentación de salir corriendo, y me acordé de lo que me dijeron, y de lo que yo había hecho y, de la misma manera que me había enfrentado a los problemas en mi casa, me enfrenté a la responsabilidad que estaba en ese momento naciendo. Me acuerdo muy bien que yo le dije a Dios: “Dios mío, esta es la persona que yo escogí, es la persona con la que e decidido formar un hogar y he decidido pasar toda mi vida. Así que, en este momento, dame la actitud correcta”. Y a partir de allí empezó un proceso de madurez.

Esto de madurar es el aspecto más importante, no solamente para tu matrimonio, es para toda tu vida. Si tu quieres disfrutar la vida, tienes que madurar. Si no maduras, no tomarás las responsabilidades que debes tomar en el hogar y esto te va a ir trayendo más y más dificultades. Los hijos van a ser afectados; el hogar va a ser afectado, y siempre vas a tener asuntos pendientes y cada vez más grandes. Y, como no quieres madurar, entonces cada vez te costará más trabajo disfrutar tu vida. Así que, sobre esta base, el primer paso que debemos dar dentro de un deseo de tener éxito en nuestra relación matrimonial es estar dispuestos a madurar. ¿Por qué les digo esto? porque tenemos que entender qué es el verdadero amor. Ya lo hemos comentado en nuestras recientes charlas sobre el Salmo 23. El amor no es un sentimiento. Tú me dirás: “¿y lo que siento?”. Eso no es el amor. “Pero me siento muy bien”. Pero no te sientes siempre bien ¿no? eso es una realidad. Desde luego que un hombre feliz disfruta su vida, y se siente bien, pero no quiere decir que lo que sienta es el amor, o realmente es la felicidad. La felicidad proviene de ese gozo que Dios produce en tu vida por vivir para él. Cuando una persona vive para Cristo descubre lo que la Biblia llama el gozo del Señor. Cuando David peco y se apartó durante un año de Dios, una vez que él se arrepintió, fue a buscar a Dios y le pidió que le volviera el gozo de la salvación, “regrésame lo que perdí, perdí esa capacidad que tenía yo de disfrutar la vida”. ¿Por qué disfrutamos nuestra vida? porque conocemos a Dios, caminamos con él, andamos con él, hacemos su voluntad, y entonces, esto le permite a Dios producir el gozo de Dios en nosotros. Es un gozo de él, por eso es un fruto del Espíritu Santo. La característica de un creyente que ha dejado de andar con el Señor es que pierde su gozo, que deja de gozar en las cosas espirituales y empieza a buscar en otras cosas que ensucian. No va a encontrar el gozo, pero mientras tanto se entretiene.

Ahora les decía yo que en las ultimas charlas (no todos han estado en las ultimas charlas) hemos hablado lo que es el verdadero amor. El verdadero amor tiene dos caras: una se llama dar, o hacer lo que yo debo por la persona a la que yo quiero; esto es amar a una persona: la actitud que tu decides tener de hacer por esa persona todo, todo lo que te permita disfrutarla, todo lo que te permita que la persona esté a gusto, todo lo que la persona necesita para salir adelante, para disfrutar su vida. Es muy importante que entendamos, por ejemplo, vamos a hablar del lugar que Dios pone en la Biblia para el marido. Dice “Maridos amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la iglesia”. ¿De qué manera la amó? Se entregó, la nutre, la cuida, la protege. ¿De qué manera tú nutres una relación? ¿Cómo? haciendo todo lo que puedes por la persona, para que la persona disfrute su vida. Ese texto lo vamos a tratar al final de nuestra charla, vamos a tratar sobre nuestro lugar al final de nuestra charla.

Les decía yo que entonces amor es la actitud que yo decido de hacer todo lo que es necesario, todo lo que yo debo, por aquella persona que yo quiero. El amor se hace, es decir, todo lo que tiene que ver con el amor es una acción concreta, es algo que yo tengo que hacer continuamente.

Y en la segunda cara del amor se llama perdonar. Si tú no sabes perdonar, tú no sabes amar, no puedes disfrutar ninguna relación. ¿Por qué? Porque las parejas fallan, fallan continuamente. Todas las personas son imperfectas, todas. Entonces, en nuestra relación debe de quedar muy claro que, para que yo disfrute mi matrimonio, yo tengo que partir de la base que siempre voy a perdonar a mi pareja, siempre, pase lo que pase, pase lo que pase. Una persona que vive así siempre disfrutará su vida. No sé cuánto pueda disfrutar su matrimonio, pero disfrutara su vida. Antes que disfrutar tu matrimonio, tú tienes que disfrutar tu vida.

Definitivamente, todo aquel que se casa para encontrar la felicidad que no tiene, no encontrara nada, definitivamente. Si tú no disfrutas tu vida ahora, menos la vas a disfrutar en un matrimonio, porque implica muchos mayores responsabilidades, implica más entrega, implica que des más de ti. Dentro de esos dos conceptos, yo quiero que quede perfectamente claro qué es amar. Si tu amas a una persona, tu vas a hacer por ella todo lo que sea necesario para que esa persona sea feliz, todo lo que esté a tu alcance ¿si? vas a vivir agradándola. Esto es dar. En el dar, la acción misma de dar es la que le permite al hombre disfrutar su relación matrimonial. El amor es esto, y también tiene otra cara que, se llama perdonar. Estas dos acciones viven juntas. Si tú no las entiendes, pues tu matrimonio debe tener muchísimos problemas, definitivamente. Si las entiendes, seguramente estás disfrutando tu relación matrimonial.

Antes de seguir adelante yo no sé si sobre esto haya alguna pregunta, porque este es el concepto que debe quedar más claro de todos, o sea, el matrimonio es una propuesta para madurar; la propuesta para madurar se llama amar; amar quiere decir que yo voy a hacer lo que es debido por la pareja. Yo, por ejemplo, la diferencia entre el amor y las emociones: yo me desperté en mi luna de miel sintiendo ganas de correr, no porque yo hubiera encontrado nada indebido, simplemente porque se me hizo una gran responsabilidad ¿si? Así que, en ese momento, yo tome una decisión. Yo decidí aceptar mi responsabilidad. La acepte. Y al momento de hacer esto, yo empecé a disfrutar mi responsabilidad me llevó a disfrutar el momento, y entonces a concentrarme en lo que yo tenía qué hacer. Esto es una diferencia notable en este ejemplo que yo estoy poniendo de lo que son la emociones y lo que es el verdadero amor ¿si? A veces una persona dice que ama a otra pero no hace lo que le agrada. Esto no es amor.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO PREGUNTA: “¿Y si él es incrédulo o ella?”.

EL CONFERENCISTA CONTESTA: Yo te estoy dando las claves, o sea esto es como una combinación; yo voy a poner estos números a ver si se abre aquella promesa que Dios me ha dado de disfrutar mi vida. Un ejemplo muy sencillo: en las ultimas reuniones hablamos de un camino que Dios le ha enseñado al creyente: “dar gracias por todo”; si tú das gracias, la misma acción de dar gracias automáticamente te lleva a apreciar muchas cosas que has dejado de apreciar. Si hoy ustedes, nada más como tarea, nada más como tarea, cada uno de ustedes decide tomar este camino que yo voy a proponer dentro de su relación matrimonial cual es, cada uno, váyase de aquí, y manténganse todo el tiempo que pueda, hasta que se muera, dándole gracias a Dios por su pareja. Por ejemplo, tu me pones ahorita es el caso de un incrédulo; si le ponemos el titulo de “incrédulo” esto ya me va a mí a hacer más difícil amar. Pero si en lugar de decir, vamos a decir, no es que no tengamos que reconocer este hecho, es una realidad y allí está; pero si en lugar de hacer esto yo decido dar gracias, en este momento cambia mi actitud hacia él, nada más con esto ¿si? Si en este momento digo: “Ok, la palabra de Dios dice que yo de gracias por todo, no dice que des gracias por el marido creyente y repares por el marido incrédulo; dice: “dad gracias por todo”, por todo da gracias, por todo. Hace unos días asaltaron a una amiga mía y ella vivía, tuvo unos días de mucha tensión y yo le dije: “dale gracias a Dios por lo que te pasó”. Es la única solución que hay. Le digo, y cuando le des gracias a Dios, vas a empezar a apreciar todo lo que Dios hizo, vas a empezar a apreciar muchas otras cosas que en este momento has dejado de ver porque tus ojos están lamentando o tienen la atención concentrada en lo que Dios dijo que no vieras. Dios dijo “Da gracias por todo”. En el momento que tú lo haces, tú automáticamente abres o descubres o haces tuya una promesa.

Miren, cada versículo de la Biblia tiene, una vez un predicador llamado Spurgeon dijo que había más de 7000 promesas en la Escritura ¿no? Cada promesa está escrita en términos generales, pero está planeada por Dios en términos particulares. Cuando tú la abres, y se abre obedeciendo, como un sobre sellado, ahí te encuentras con lo que Dios tenía preparado para ti, ¿sí? Por ejemplo, yo estoy ante una situación difícil, y de repente encuentro este mandato: “que yo de gracias por todo”; yo lo hago, y al hacerlo encuentro que mi actitud ha cambiado respecto a las cosas que yo no apreciaba. Como tarea, les voy a dejar varias cosas de tarea, la primera de ellas es “Den gracias por su pareja”. Esto te va a llevar necesariamente a apreciar a la persona, a menos que te acerques a Dios con una actitud de hipocresía ¿si? Yo estoy partiendo de la base de la honestidad ¿si? de la sinceridad.

Vuelvo a decirles, esto es muy importante, nada más quiero aclararles: A veces la pareja se puede acercar a la otra a decirle: “Es que tú no das gracias por mí”. No, no, no. Aquí, olvídense, cada uno tiene una responsabilidad. Tú estás aprendiendo hoy: “Qué tengo que hacer YO para ser feliz”. ¡Olvídate de lo que va a hacer tu pareja. Porque si tu vas a utilizar esto en tu relación matrimonial, todos estos consejos van a destruir tu matrimonio. ¿Por qué? porque nada más vas a tener una herramienta justa, correcta, sabia, para hacerte pedazos. Dice la Biblia que la sabiduría en manos del necio no sirve para nada. Necedad sería que, ante la propuesta divina, yo dijera: “No, yo lo voy a utilizar así”. Entonces ¿aquí que va a pasar? de que la sabiduría a ti no te sirvió para nada, solamente para destruir o afectar tu relación matrimonial. Entonces esto tiene que quedar claro: Venimos en abierta y franca disposición de mejorar cada uno nuestras vidas, y hacer en mi matrimonio, lo que a mí me va a permitir disfrutar. Yo conozco muchas personas, hombres y mujeres, que aprendieron a disfrutar su matrimonio en las peores condiciones. Aprendieron a disfrutar su vida en las condiciones más adversas. ¿Como le hicieron? Haciendo la voluntad de Dios, obedeciendo a Dios de acuerdo a lo que Dios les enseñaba.

Bueno, entonces tenemos claro qué es el amor ¿no? ¿sí? UNA PERSONA DEL PÚBLICO PREGUNTA: “El grado de inmadurez de las personas en las parejas es diferente. En primer lugar ¿debemos de tener un grado similar las parejas, o siempre uno jala al otro o cómo debe ser ese comportamiento?”.

EL CONFERENCISTA RESPONDE: No. La madurez es la actitud que tú decides tener. Es decir, has de cuenta que yo te estoy proponiendo ahorita una dieta para ti ¿si? No te vas a preocupar por, este, qué va a hacer tu pareja, te vas a preocupar por qué vas a hacer tú. Eso es lo que va a determinar a tu madurez, y eso es lo que te va a permitir disfrutar con la persona más madura o la más inmadura ¿si? Entonces, la madurez de una persona, a ti no te tiene que preocupar la diferente madurez que pueda haber en el matrimonio. Si tú estás dispuesto a madurar, entonces tú vas a disfrutar tu matrimonio con la persona más inmadura o con la más madura ¿si?

Bueno. Ok. El segundo, dentro de este aspecto, el amor, hablaba yo de la necesidad de perdonar. Entonces el amor son dos caras, dos acciones concretas que siempre vamos que tener que mantener activas, siempre, siempre voy a tener que mantenerme en esta actitud, ¿Por qué? porque yo de repente puedo encontrar una mala cara en mi esposa. Entonces yo tengo dos caminos: ¿la amo? Sí. Aquí tengo que hacer mención a otro detalle. Para que tú puedas amar bien a tu pareja, tienes que amar tu vida. Desgraciadamente a nosotros no nos enseñaron a amar nuestra vida. Créeme que nos enseñaron a odiarla. Por ejemplo, yo recuerdo mi primer problema matrimonial. Nunca voy a olvidar ese primer problema matrimonial. Teníamos (el que yo recuerdo así como serio, que verdaderamente me llevó a enojarme). Recuerdo que estábamos allí en tu casa, y yo salí molesto, enojado, pero salí con unas ideas en la cabeza muy malas. Las ideas que yo traía en la cabeza era de agarrar a patadas todos los muebles; los pocos que había los íbamos a hacer pedazos esa noche. ¿Por qué? porque una persona inmadura se siente frustrada cuando no obtiene o hace su voluntad. Tú ve a un niño caprichoso, se enoja, se frustra, porque no puede hacer su voluntad. Y hay personas que nunca salieron de la cuna. Hasta la fecha es una rabieta, es romper la sonaja. Claro, desgraciadamente ya no rompes la sonaja, rompes cosas más valiosas, y haces daño más fuerte. Bueno. Entonces yo llego con estos pensamientos así a la sala, y en ese momento gracias a Dios, como uno tienen un pastor que se llama Jesucristo y Jehová es mi pastor, él ha estado en cada circunstancia adversa de mi vida para sacarme adelante; y en ese momento, cuando estoy casi a punto de desatar mi ira, Dios hace que yo me detenga en la escena que esta pasando por mi mente. ¡Y vaya escena que vi! De repente observo que lo muebles que pasan por mi mente y quiero patear, no son los muebles de mi casa, y el pie que los está pateando no es mi pie; y así como quien se detiene en la película, veo volar los muebles de cuando yo era niño, y el pie de mi papá. Nuestro cerebro es una computadora tan perfecta, que en el momento que tú requieres información, allí está. Buena o mala, la que tengas te la va a dar, y esa es la que va a determinar tu comportamiento. Cuando la Biblia dice que nos trasformemos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, dice anticipadamente que presentes tu cuerpo en sacrificio vivo. Es decir, que todas las estructuras anteriores las pongas en un lugar donde Dios las pueda destruir. Le entregues todas esas acciones equivocadas que hay en nuestro fondo, estos vicios equivocados para que mueras a ellos, y entonces Dios pueda construir, renovar y trasformar tu mente. Fue tan impactante esto para mí, que yo resolví esa noche el problema matrimonial enfrentándome a mi vida y le dije: “Dios mío, es increíble que esto esté pasando por mi cabeza”. Yo te estoy hablando que yo recordé cosas que ocurrían a los dos años de edad ¿sí? y recordé el mobiliario, y recordé la situación. Entonces dije: “aquí hay que cambiar todo el programa”. Fui con Dios y le pedí perdón, y le dije que me ayudara a no hacerlo nunca. En 19 años de matrimonio nunca me he ido contra los muebles. He hecho tonterías, y definitivamente he descubierto algunos conceptos, algunos de los que estoy compartiendo con ustedes, y me lamento de haberlos descubierto, no haberlos descubierto antes, o haberlos entendido como los entendí, a raíz de ciertas enseñanzas.

Así que, el verdadero amor te va a permitir hacer por tu pareja todo lo que es necesario. Les decía yo que estamos educados para no ser felices, que traemos muchas estructuras equivocadas, y tú le tienes que permitir a Dios que renueve por completo tu mente a través de su palabra, para que tu puedas entonces disfrutar tu vida, disfrutar tu matrimonio, disfrutar tus hijos. Si tu estás disfrutando tu matrimonio, no estarás esperando que tu pareja haga algo. No. Tú estarás haciendo algo ¿si? Yo, por ejemplo, en este momento yo estoy feliz en mi relación matrimonial, en este momento ¿si? me encuentro satisfecho en mi relación matrimonial. Entonces ¿yo qué es lo que estoy pensando? Yo estoy pensando llegar a mi casa y, de entrada, darle un beso a mi esposa, decirle que la quiero. Si tú analizas, yo no estoy esperando que me reciban bien.

Yo me acuerdo cuando era niño, ¿sabes que produce en un hogar vivir en la emociones? inestabilidad. Yo me acuerdo cuando era niño, yo siempre estaba esperando, sobre todo en vacaciones cuando estábamos en casa, y cuando no estábamos en casa pues, yo me iba a la escuela, pero en vacaciones mi padre era un actor y se levantaba siempre a las diez u once de la mañana, yo siempre me acuerdo que yo estaba esperando el momento en que él abriera su puerta. Cuando él abría la puerta, yo inmediatamente que oía que abría la puerta, yo corría para verle la cara; de acuerdo a la cara, decidía quedarme en la casa o salirme, porque yo sabía que si había mala cara, el siguiente de la lista era yo. Y entonces esto te hace vivir, aprendes a vivir inestable: un día quieres dar todo por tu pareja, un día no quieres dar nada.

Hoy, por ejemplo, es tan común que de repente oír a las parejas “quiero terminar la relación”, “ah bueno, ¿dónde firmamos?” ¿Quiero terminar la relación? ¿Sabes de lo que estás hablando? Yo pienso que una persona que habla en estos términos, no tiene ni la menor idea de lo que es la vida. No ha aprendido lo que es la vida. El gran problema es la inmadurez, la inestabilidad que un día te mueve a dar todo y otro día no das nada. Hoy, yo les voy a dejar como tarea, que ustedes hagan un proyecto de conducta para vivir. Lo que te quiero decir es: ¿Cómo planeas vivir de ahora en adelante? Venimos a esta platica, no para que tengas un casete sobre el matrimonio, o una información más. Honestamente, yo vengo con la idea de que ustedes se transformen, maduren o incluso yo pueda aprender hasta sus propias experiencias. Es decir, mi idea es que si queremos una platica sobre el matrimonio yo verdaderamente pueda salir hoy con un proyecto matrimonial que a mí me haga inmensamente feliz. Tú puedes vivir, si tú decides, en una luna de miel, si tu quieres. Todo depende de lo que tú decidas hacer.

Vamos a leer un versículo que es precioso en este sentido. Apocalipsis 2:4-5 “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” Esta iglesia, era la iglesia de los hombres más sabios del primer siglo, en cuanto a Cristo. Los mejores maestros del primer siglo estaban en ellos; allí estuvo Pablo tres años; allí predico Juan veinticinco años como pastor, el apóstol, allí predicó Apolos. Por información, por maestros en Efeso, nunca hubo problemas. Ellos probaban a los que decían ser apóstoles y los agarraban rápido. Ellos tenían la respuesta doctrinal, pero, había un problema: ellos fueron enfriando su relación con el Señor; fueron afectando su relación con Jesucristo. ¿Cómo se afecta la relación con Jesucristo? de la misma manera que se afecta un matrimonio. Para afectar tu relación con Dios, lo único que tienes qué hacer es: Nada. Si tú, por ejemplo, no lees, tu relación con Dios se va a afectar; si tu no oras, tu relación con Dios se va a afectar, y cada día te vas a descubrir con menos deseos de agradarlo. En nuestra vida cristiana tiene que estar claro, como creyentes como seres humanos que somos nacidos de nuevo, como una raza engendrada por Dios, que nosotros sí tenemos proyecto de vida, y parte de ese proyecto de vida es que yo tengo un amor por encima de todos, que es mi relación con Dios; tengo un amor que Dios me dio, el amor hacia mi vida que ahora me permite disfrutarla. Yo no quiero de dejar de ser feliz, honestamente. ¿Por qué no quiero tomar? porque va a afectar mi felicidad, porque va a afectar mi relación con Dios, porque va a afectar mi cuerpo. ¿Por qué no quiero enojarme? porque va a afectar mi felicidad. ¿Por qué no quiero hacer cosas equivocadas? Un tiempo las hice por obediencia, hoy las hago por obediencia y por convicción. Yo no quiero dejar de disfrutar la vida que tengo. Cada vez la disfruto más. No te voy a decir que no tengo retos, ni fallas sobre las cuales madurar. Definitivamente tengo retos como cualquier ser humano y soy idéntico a ti, pero estoy aprendiendo a vivir, estoy aprendiendo a obedecer, y esto me permite tener el aliento, el gozo que produce Dios para seguir adelante con más entusiasmo y disfrutando cada vez mi relación con Cristo de una manera más profunda. Bueno. La iglesia de Efeso descuidó su relación con el Señor. Tan grave, tan grave es esto, que Dios le dijo: “Si no lo arreglas, quitaré tu candelero, dejarás de iluminar, dejarás de alumbrar”. Cuando un creyente deja a Dios, lo único que da es pena. Cuando un creyente vive para Dios, da un buen testimonio, puede ser utilizado, puede ser de bendición a muchas personas.

Dios le dio un consejo (yo no sé como estés esta tarde en tu relación con Dios, pero si no está bien, te voy a dar un consejo, o nos va a dar Dios un consejo). Vamos a leer el versículo 5: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído ...” Recuerda qué fue lo que pasó. ¿Te acuerdas cómo gozabas en el Señor? ¿por qué lo dejaste de hacer? ¿te acuerdas como buscabas hablar de él, cómo lo dejaste de hacer? ¿te acuerdas cómo buscabas orar, cómo lo dejaste de hacer? Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. Arrepiéntete. Es decir, permítele a Dios que cambie tu mente, que vuelva a poner las cosas primeras en el lugar en el que tienen que estar.

El gran problema es que nosotros a veces olvidamos el orden que Dios le dio a la vida: “Busca primero el reino de Dios y las demás cosas serán añadidas”. Todo lo demás vendrá por añadidura si tu buscas, cada día, como proyecto de vida diaria, primero que nada, mi relación con Dios. Vivimos en una vida en donde hay muchas cosas antes importantes que la relación con Dios. Entonces tú vives inmerso en esa filosofía de trabajo, de desarrollo profesional; entonces, muchas veces, esta filosofía te lleva a ir posponiendo esa relación con Dios, a ir dándole un lugar que no debe tener, y entonces, tu vida sufre, tu relación con Dios sufre, tu vida profesional también va a sufrir (ten la absoluta seguridad) y también van a sufrir todos los que están relacionados contigo. Si tu pones a Dios en el primer lugar, entonces tu vida va a ser un gozo en todos los sentidos.

Bueno. Ya puse a Dios primero, pero Dios me tiene que enseñar a vivir. El hecho de que una persona quiera vivir para Cristo, no necesariamente por eso va a tener éxito. Está dispuesto, tiene que aprender. Así que, tenemos que aprender a madurar, tenemos que crecer, y ese es el propósito de esta reunión. Dice el pasaje: “Recuerda de dónde has caído y arrepiéntete y has las primeras cosas”. ¿Quieres hoy volver a avivar tu corazón? Has lo que hiciste el día que te convertiste: busca al Señor como lo buscaste el día que le entregaste tu vida, vuelve a enamorarte de él, y el amor de Dios volverá a prender, a avivarse en tu corazón, y te llevará otra vez a tu primer amor. Recuerda, dice el versículo 4, has dejado tu primer amor. ¿Cuál es mi primer amor? Esto es lo primero que yo tengo que tener claro hoy: ¿Tú amas a tu esposa? ¿amas a tus hijos? ¿amas tu vida? Entonces tú tienes que entender cuál es tu primer amor. Tu primer amor se llama Jesucristo. Si tu vives para Cristo, todos los demás amores están seguros. Si tú no vives para Cristo, todos los demás amores están en peligro. Así de simple. ¡Qué terrible verdad! Y que grandioso. A mi me sorprende la exactitud, la manera tan simple, la claridad de la palabra de Dios.

¿Podemos aplicar esto a nuestra vida como pareja? ¡Claro! De repente la relación matrimonial cae en la rutina de la vida cotidiana. “Qué hiciste, qué hay de comer, que el niño se portó mal, esto, lo otro” ¿no? Y la pareja no se da cuenta que poco a poco empieza a descuidar algo que tiene que cuidar. Siguiendo la luz, o siguiendo el concepto de este versículo, el segundo amor es tu propia vida ¿si? Pero ahora tu vida ya no eres tú nada más; desde el día en que tu te casaste, estás unido a otra persona. Así que, si tú quieres disfrutar la vida, tienes que considerar que tu amor, para tú amar tu propia vida, tienes que estar bien con la persona que amas para poder disfrutar la vida tuya, tu vida, la que tú quieres. Así que, mi primer amor es Jesucristo. Mi segundo amor soy yo. Y mi tercer amor es mi esposa. O vamos a incluir aquí al prójimo, porque en este tercer lugar están todas las relaciones que tu guardas con los demás. Entonces, en base a esto, tenemos que volver, si queremos enamorarnos, si queremos salir de esta reunión a vivir una luna de miel, tú nada más tienes que hacer una cosa: lo que hiciste para enamorarte. ¿Que hiciste para enamorarte? Pues, te fijaste en la persona, la apreciaste, te atrajo; te concentraste en ella; seguramente no había nada difícil, ni distancia para poder estar; yo me acuerdo, alguna vez que yo tenía alguna novia, a mí no me importaba regresar, yo me acuerdo que una vez me regresé caminando desde el pedregal hasta mi casa en la colonia Cuauhtémoc a las dos de la mañana; iba yo feliz, caminando, estaba enamorado, simple y sencillamente; y si hubiera habido que caminar hasta Cuernavaca, créeme que lo hubiera hecho, no me hubiera importado.

Realmente el amor, o el enamoramiento, es como una droga; sobre todo el enamoramiento que nos lleva a casarnos. Sí, eso es una realidad, las personas que están enamoradas están bajo el efecto de una combinación hormonal semejante a la de un morfinómano. Todas las personas enamoradas ... sí, tú puedes saber, yo sé inmediatamente por la cara de una muchacha cuando tiene novio ya. Ah no, no, no, eso es definitivo, la cara le cambia, de veras, le cambia ¿por qué? porque ella está bajo un efecto hormonal, que es esa atención que recibe básicamente. ¿Tú sabes qué es el enamoramiento? solamente infatuación mutua: “qué guapo eres, qué guapa eres” ¿sí? O sea, los dos nada más se están tirando de piropos ¿verdad? Mutuamente, y entonces esto es así como estar alimentando un egocentrismo brutal y te lleva, ah no, no, no, olvídate, está comprobado que es un estado hormonal. Sí, y además, aparte de esto, escuche yo leí un articulo sobre la cantidad de cambios hormonales que ocurren en la vida de una persona enamorada; de hecho, el artículo tenía una conclusión: “Cuando un hombre debe usar más la cabeza es cuando menos control tiene de ella”.

Los seres humanos deben casarse con la cabeza. La mayoría nos casamos únicamente con las emociones. Una de las cosas que tú tienes que enseñarle a tus hijos es que hay que casarse con la cabeza. Así de frío así como lo oyes. Si tu escoges bien, con la cabeza, estoy casi seguro que tú tendrás éxito. Es más, nosotros tomamos como valor de relación la apariencia física de la persona, eso es una realidad ¿si? Y después, si aparte de eso tiene valores, ay, qué lindo ¿no? ¡Qué bárbaro, me saqué la lotería! ¿no? Pero tú no te enamoras de la belleza, tú te enamoras de la persona. Así que tú tienes que aprender a escoger una persona que sea amable ¿sí? No una persona hermosa, sino una persona a la que puedas amar.

Bueno. Ok. Vamos avanzando. Entonces la tarea que hoy nos vamos a dejar es desarrollar el amor. Cuál va a ser mi rutina de amor. Por ejemplo, voy a buscar la oportunidad de hablarle en el día, para decirle nada más que la quiero, y ya. Después, cada día al levantarme, me voy a acercar a ella para mostrarle el afecto que le tengo, y decírselo. Este diseño de comportamiento va a ser la manera como voy a vivir con mi pareja. Después, nunca voy a usar un concepto que la denigre.

Yo creo que a veces, por nuestro orgullo, lo que yo decía de pensar que somos mejores, muchas mujeres no desarrollan sus cualidades. De esto estoy absolutamente convencido. Hay mujeres con grandes habilidades que no las pueden manifestar, porque la pareja no quiere competir con su pareja. Recuerden que no se trata de competir, cada uno tiene sus cualidades. Oye, si tu esposa es muy hábil para esto, qué bueno ¿entiendes? Entonces, esto es básicamente este proyecto de comportamiento, es a lo que yo me refería, que yo haga un plan de comportamiento. Esto también significa que yo ya no voy a cambiar mi actitud haga lo que haga. No me interesa. Mis afectos los voy a guardar lejos de mi naturaleza equivocada, es decir, lejos de mi rencor, de mi resentimiento o de cualquiera acción que pueda afectar a la persona que yo amo no la voy a tocar con nada en mi cabeza, no la voy a denigrar ante mis propios ojos de ninguna forma.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Y lo que decías también del perdón”.

EL CONFERENCISTA: El perdón, es decir, el perdón es esa actitud: a mí no me importa si falló, no me interesa; es la persona que yo amo. Yo me acuerdo que yo tenía el mensaje de la pasta de dientes, y del salero, ya sabes ¿no? porque además, pues yo soy predicador, entonces aparte de que tenía razón, era predicador ¿no? entonces ya te puedes imaginar, yo tenia un mensaje para cada uno. Entonces un día yo descubrí que yo estaba demasiado pendiente de lo intrascendente y poco pendiente de lo importante. Es decir, me preocupaba por las cosas que hacía ella, y no por ella. Entonces, la relación giraba alrededor de: “Oye, es que ¿sabes que? Mira, esto es así porque nos conviene”. Entonces, dos horas allí hablando del asunto que nos convenía ¿no? y generalmente pues, quedaba todo igual y como tú, al tratar a la persona pensando que tú eres mejor, tú nunca puedes dejar un ambiente saludable, tú nunca puedes caminar después de decirle qué tan bueno eres, ¿no? tú nunca puedes dejar un ambiente propicio para nada; tú solamente dejas un ambiente propicio para, si acaso un aplauso y ahí nos vemos, “qué bárbaro, eres genial”. No te aguantan, no te aguanto ni yo ¿verdad? Bueno, ok.

Entonces yo un día dije: “Bueno, a mí qué me importa si yo no me encuentro las cosas donde deben de estar; a mí qué me importa si ya hizo lo que tiene qué hacer; a mí lo que me importa es ella ¿no?”. Entonces ¿a mí que me importa si lo hizo o no lo hizo? “Oye, hiciste esto”, “No”; “Bueno, oye pues, te recuerdo que lo hagas”. Pero ya no era razón para humillar a la persona o hacerle ver que no cumplía con la cualidades, con los requisitos que el Estado Mexicano demanda de toda mujer ¿no? Entonces, todo este tipo de cosas, hay que hacerlas a una lado, lo importante es la persona, no lo que la persona hace.

Curiosamente, cuando tu aprecias a una persona, aprecia tu punto de vista, y lo toma en cuanta. ¿Tú quieres que una persona te aprecie? Apréciala. ¿Alguna pregunta más?

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Hace un año tú hablaste conmigo exactamente lo mismo, y exactamente lo que me dijiste, me ayudó; a pesar de las diferencias todo ha sido padrísimo”.

EL CONFERENCISTA: Fíjate que el otro día me decía una muchacha que le hubiera gustado que yo estuviera en un conflicto que tuvo en su casa, porque me decía que todo lo que yo le había dicho había pasado. ¿Sabes que es lo que pasa? La vida es la palabra de Dios. Yo cuando digo esto, yo no estoy especulando, “mira, a ver si te sale bien”. No, no ,no. Yo te estoy diciendo lo que va a pasar. Estoy absolutamente seguro que te vas a enamorar si haces lo que te digo, de la mejor o de la peor persona, vas a vivir enamorado. Porque no te enamoras por lo que ella hace, sino por lo que tú decides hacer. Entonces, cuando tú lo haces, la persona, si tú amas a una persona, el amor es irresistible: no hay hombre que lo resista, no hay mujer que lo resista. Aunque algunas luchan a veces y algunos también.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Recuerdas en qué capítulo y en qué versículo viene en que si encuentras un error en la otra persona se lo pasas por alto”.

EL CONFERENCISTA: El amor cubrirá una multitud de pecados, está en el libro de Proverbios 10:12: “El odio despierta rencillas, pero el amor cubrirá todas las faltas”.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Cuando tu amas a una persona haces a un lado mucha cosas, pero no decides perdonar algo que te hizo, y te sigue dañando, ¿cómo puedes perdonarla”.

EL CONFERENCISTA: Es que ya no la amas; es que el amor, el amor es perdonar; no es nada mas la acción que yo estoy diciendo, es decir, el amor es una moneda de dos caras: por un lado tiene la acción que proponemos, y por otro lado tiene la actitud de perdonar. Si tú dices amar a la persona y no la perdonas, realmente no la amas. Entonces lo que tienes que hacer es tomar la decisión de amarla, y al tomar la decisión de amarla es perdonar, decir: “Dios mío, a mí no me importa lo que haya hecho esta persona. Yo no quiero tener nada contra ella”. En el momento que tú tomas la decisión, y le pides perdón (porque esto es pecado, no perdonar), en ese momento Dios te puede limpiar y cambiar completamente tu actitud hacia la persona. Porque muchas veces cuando tú dices tu amas a una persona pero la estás, pero no la puedes perdonar, no, estás tratando de amar, pero estás luchando contra algo que está en tu contra ¿si? dentro de ti, estás tratando de llevar a cabo algo que no vas a poder llevar a cabo. Entonces tú vas a tratar de portarte de una manera, pero en cualquier momento esto va a volver a salir porque está adentro. Entonces, Dios tiene qué limpiar. Amar es perdonar.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Ahora, ¿cómo lo puedo ir yo limpiando? ¿a base de mi relación con Dios, de oración, etc.?”.

EL CONFERENCISTA: No, es tomando una decisión, se perdona en un acto, no es un proceso. Es un acto. Lo que pasa es que es muy difícil hablar de todos los detalles. En lugar de juez, en la pareja, suele ser común que haya un asiento que todos llevamos al matrimonio, y en donde de repente nos peleamos para ver quién se sienta allí, que es el lugar de juez. Cuando yo me pongo en el lugar de juez, ya no veo a mi pareja como alguien semejante a mí, sino la veo como alguien a quien tengo que juzgar ¿si? Entonces, al empezarle a juzgar, yo cambio toda mi relación con la persona, de semejante y prójimo, prójimo quiere decir próximo, la cambio a juez. Jesús dijo: “Quita la viga para que puedas ver con claridad”. Entonces, cuando yo me pongo en plan de juez, la falta la engrandezco, y me presento como si yo no fallara. Pero si yo me pongo en el lugar de semejante, “el falló, todos fallamos”; y si realmente acepto que yo fallo, entonces yo tengo que hacer a un lado y decir: “¿sabes qué? de la misma manera en que él falló yo fallo, Dios mío, y como tú me perdonas a mí, yo quiero perdonar a esta persona”. Y en ese memento tú serás limpiada del rencor y del resentimiento. La tentación puede ser que yo, además, lo peor de todo esto es que cuando alguno de los dos falla, generalmente son deudas impagables ¿no? Cada vez: “No, es que tú esto ..” y lo vuelves a cobrar. Con eso te justificas. Pero tú puedes cobrarlos toda la vida. Hay gente que se quedó viviendo en el mil novecientos y tantos, ¿me entiendes?. “Pero tú me hiciste...” ah bueno si, es cierto, 1997. No existe. No pueden vivir el presente porque viven acumulando rencor y resentimiento.

Eso se perdona así: “Señor, yo fallo también. Así que, me quito la máscara de juez, y me pongo en el lugar de semejante. Igual, somos iguales, a mí se me olvida, a ella se le olvida. No lo hice, ella no lo hace. Fallamos, falla, todos fallan”. Es bien importante entender esto: relacionarse con una persona semejante.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Pero el perdonar no es un proceso, es una acción”.

EL CONFERENCISTA: Es una acto ¿no? O sea, si tú decides perdonar, te sales, te quitas de la banca de juez, y dices: “¿Sabes qué? No, no, no, deja de hacerle al loco, tú también fallas”. “Señor, perdóname, quita esto de mi corazón, y esto se quita”. Ahora, el orgullo puede, en un momento dado, cuando se siente atrapado, empieza a buscar: “¡Ah, sí! La que me hiciste el otro día” y se la cobra ¿no? Mira lo peor es, ay, la palabra siempre, es maravillosa en el matrimonio pero también puede ser terrible. “Es que siempre haces lo mismo”. Es una puñalada para la persona, la que quería salir adelante ¿no? Ya tronó. Entonces, lo que siempre debemos hacer es amar a la persona. Es hermosa esta palabra pero se puede utilizar terriblemente en el matrimonio.

Asunto perdonado es asunto olvidado. Perdonar significa olvidar, eso lo que significa perdonar. A claro, yo tengo que perdonar, ahora en términos generales, ya ahora estamos en plan de que un juez tiene que perdonar, ya estoy en plan de ser un juez tan terrible que tengo que perdonar todo, pues ese es uno de los graves problemas, el lugar de juez en la pareja. Uno debe de ponerse en el lugar del prójimo: “No hace, yo tampoco hago; se le olvida, yo también lo olvido; falla, yo también fallo”. Aquí ¿quién es el que no ha cometido un error? Entonces, el que no ha perdonado está totalmente desubicado. Si hay alguno aquí que no ha perdonado, digo que no ha fallado, entonces si, allí quédate, quédate en ese lugar, allí mantente en la perfección, y busca alguien como tú; no lo vas a encontrar jamás.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “¿Nos podrías hablar un poquito más del sacrificio vivo, de presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo?”.

EL CONFERENCISTA: Eso significa que yo entrego el aspecto conciente que Dios me ha mostrado que tengo que entregar. Por ejemplo el enojo como un hábito en mi vida. Entonces yo ya no quiero esto. Entonces decido, lo pongo en manos de Dios para que Dios lo destruya y eso es presentar el sacrificio vivo.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “¿Pero y si vuelves a reincidir?”.

EL CONFERENCISTA: Generalmente si tú entregas en los términos que esta noche hemos planteado, difícilmente reincidirás. Yo pensé que el enojo iba a ser parte de mi vida siempre, hasta que comprendí que había que entregarlo y que el día que lo dejas ya no manejas esta opción. Es decir, ya no me puedo enojar, no lo voy a permitir. Estoy feliz, estoy a gusto con mi vida, y esto afecta a mi vida ¿no? y afecta mi relación con Dios así que no lo voy a permitir. Entonces tomo la actitud que debo tomar.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “¿Estoy en victoria?”.

EL CONFERENCISTA: El enojo es una manera de dominar. Lo que pasa es que pasaríamos toda la noche hablando. El peligro es cuando las personas quieren dominar a su pareja ¿si? Entonces, el enojo es una manera de tratar de dominar. O sea, ya sabe: “es que se enoja el cuate”. Entonces tiene dominada la situación, todos temblando, “No, este cuate se va a enojar ¿no?” Entonces el cuate llega y se enoja. Entonces todos realmente tienen un temor de la persona, pero está dominando la situación. Las mujeres pueden ser dominantes y el dominio generalmente destruye la personalidad de su pareja. Muchas mujeres desgraciadamente destruyen a su pareja, no la construyen publico, por dominarlo.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “¿Por enojo?”.

EL CONFERENCISTA: Enojo es dominio.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Lo que pasa muchas veces el enojo te provoca a la rebeldía.”.

EL CONFERENCISTA: Lo que pasa que al momento que ya, al momento yo ya tomé una acción equivocada. Un pecado te conduce a otro, eso es una ley. Si yo, al primer pecado le digo que no, detengo una cantidad enorme de pecados. Pero si al primero le digo que sí, entonces empiezan todos los problemas y todo lo que aquí dijimos se viene para abajo ¿verdad? Entonces tenemos que tomar los problemas. ¿Para qué son los problemas? ¿Para qué tengo este problema con mi marido? Porque Dios quiere que madure yo. ¿Y cómo voy a madurar? Dios dice que lo ame a pesar de sus problemas. Se acabó, ya, resuelto. Y amor es perdonar. Generalmente la acción, me decía a mí Emilio, quien me hablaba de Cristo, me decía: “La palabra con la que yo puedo definir el matrimonio es perdonar. ¿Por qué? porque siempre hay fallas, siempre”.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Yo por unos amigos míos me enteré que él dice que en una ocasión tenía algo que no le gustaba de su esposa o algo que había en su esposa que no le gustaba, pero que él oró por ella durante años, y no se lo dijo. Hasta después se lo dijo un día o algo así”.

EL CONFERENCISTA: Lo que pasa es que, yo puedo decir algo en donde yo veo a la, digo, esto ya depende, ya estamos hablando de mucha madurez ¿no? Entonces, la persona madura sabe vivir aun en medio de la oposición o de los problemas. Entonces si yo veo algo que no veo ningún sentido decirlo porque no veo a la persona dispuesta a escuchar, y veo que, claro aquí tienes que ser una persona muy madura y honesta, porque a lo mejor puedes estar en un plan de juez ¿no? Pero si tu ves esto y eres maduro, entonces tú vas a hacer a un lado esto. “¿A mí qué me importa esto? A mí me importa la persona”. La idea es que si tú amas, tú vas a disfrutar tu vida. A lo mejor la otra persona no puede disfrutar de ese amor. Así suele pasar. Hay personas amadas que no disfrutan el amor. Ni hablar. Ahora si que, problema de ellos, pero yo voy a seguir siendo feliz, yo lo los voy a seguir amando aunque ellos no reaccionen correctamente.

UNA PERSONA DEL PÚBLICO: “Cuando tu entregas algo, alguna mala actitud, tu lo entregas obviamente para no volver a hacerlo. Cuando vuelves a caer, ¿qué pasa? Alguien me dijo una vez que podría ser una prueba para ver qué tanto lo he entregado”.

EL CONFERENCISTA: Muchas veces es mostrarte que no está tan entregado cómo pensabas. Otras veces, es nada más recordarte que lo que tú fuiste ahí está adentro y hay que vigilarlo. Entonces, el hecho de que yo me haya convertido y que yo sea una nueva criatura que me voy al cielo no quiere decir que yo sea perfecto. El hombre que yo fui, ahí está. Entonces dice la Biblia: “Velad y orad para que no entréis en tentación. A la verdad el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Siempre habrá una disposición espiritual para vivir para Dios, pero si nuestra carne controla nuestras vidas, pues entonces va a manifestarse. A veces tú ya entregaste algo, pero al permitir, al alimentar tu carne, eso que estaba entregado vuelve a manifestarse, y entonces tienes que arreglar tu relación con Dios y pedir que te limpie nuevamente de ese problema.

Bueno, pues, la tarea básica de esta noche es que tú te vayas dando gracias a Dios; o sea que te acerques a Dios con corazón sincero, y le des gracias por la persona con la que estás casado. Ahora, no lo hagas nada más esta tarde, esta noche. Hazlo todos los días. Y haz tu proyecto de comportamiento, que es básicamente la tarea de esta noche.

Vamos a orar, vamos a dar gracias por esta oportunidad: “Padre nuestro, te queremos dar gracias por el amor tan grande que tú nos tuviste al enviar a tu Hijo Jesucristo a morir por nosotros. Y con él, tal como lo dices en tu palabra, darnos todas las cosas que necesitábamos para ser felices. Esta noche especialmente te queremos agradecer el que tú nos estés enseñando a vivir. Especialmente en nuestro matrimonio. Te pedimos que hagas crecer nuestro amor hacia ti, para que ese amor nos lleve a apreciar nuestra vida y todas las cosas preciosas que tú nos has dado con ella, especialmente todas las personas que amamos. Te pedimos que cada uno de nosotros no deje de alcanzar ese maravilloso matrimonio que tú planeaste para cada uno. Ayúdanos a enfrentarnos a nosotros mismos para que tu gracia y tu poder estén continuamente manifestándose en nuestras vidas. Danos también la disciplina para decidir vivir de esta manera. Hasta el día en que vengas por nosotros y tu perfección supla toda tu gracia. Gracias por esta noche y por cada hogar aquí representado, el cual te pedimos que tu bendigas. Todo te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén”.